lunes, 18 de julio de 2011

Teatro Español: “Nadie lo quiere creer”.

El sobrino de una vieja adinerada, como prolegómeno de la obra titulada “Nadie lo quiere creer” ajusta los ventiladores para airear el rostro de tres figuras inmóviles a las que se dirige no para que le hagan caso, sino para desempolvar los vestigios de aquello que para bien o para mal solemos llamar “Vida”. El sobrino,  desempolva los recuerdos, las manías, lo inverosímil que resulta la vida cuando la muerte es inminente. La compañía de Teatro Español  “La Zaranda”, Premio Nacional de Teatro 2010 de España, se presentó los días 16 y 17 de Julio de 2011 en el Teatro Orientación del Centro Cultural del Bosque en la Ciudad de México.    La vieja adinerada, su sobrino y la criada mantienen una tensión dramática de aquello que sus propias voces enmarcan: “Realismo Insuperable”.
Soñaba con morirse, y se murió soñando” , con esta frase cierra esta obra espectral, que recurre a una puesta escenográfica donde los objetos, la música, los mismos actores y la iluminación,  más como “gesto” que como complemento, dirigen un discurso metafísico donde se anhela al pasado más que el presente subyugante que los personajes encaran al no querer morir.  El viaje hacia  la inminente muerte que les espera,  es su eterno despertar a la vida, es la trama que une a una vieja adinerada cuya sangre tiene el linaje de los visigodos, el sobrino que inyecta vitaminas a su abuela, quien reniega de que la caja que le ha conseguido su familiar es un féretro que parece una  heladera donde es imposible que quepa.  El Sobrino y la Nana pretenden quedarse con la herencia de la Vieja que todavía no muere, ellos solo obedecen o más bien repiten las frases que la anciana pretende como sentencias que van de lo inverosímil a la aceptación de una hipocresía disfrazada de falso cariño.
La reflexión sobre el tema es bastante amplia, los actores vuelven a ocupar su silla como  al inicio de la obra, quizá para perpetuar a la Vida a costa de la Muerte.
Tengo la sensación de que las sociedades actuales que dominan la tecnocracia y la economía,  tratan de vendernos ideas que aniquilan o roban al hombre su sentido existencial, esta obra trata de encaminar al espectador hacia la búsqueda del sentido de su existencia para que se aproxime más hacia un ser del presente y no a un  glorioso espectro del pasado. En otras palabras, pienso que la obra pugna más por un discurso poético que supere la condición histórica de lo que fuimos, por lo que somos hoy, con esa magia que solo nos puede hacer vivir el presente que desempolva nuestros sentidos, nuestra actitud amorosa y que nos haga recuperar nuestros nombres, nuestra identidad y nuestra más profunda exaltación para asumir más a la Muerte como Vida, que la Vida como Muerte.